Abandonamos la villa de “La Cité” en dirección a los Pirineos, perfectamente visibles en el horizonte. Las carreteras que recorren esta región de Francia discurren habitualmente por valles cerrados, donde es habitual circular con un río paralelo a nuestro camino. Así lo descubrimos al dirigirnos a Limoux, con el cauce del río Aude siempre pegado a una de nuestras cunetas.
Al llegar a la populosa localidad de Quillan, nos desviamos de la carretera que más se suele emplear para llegar hasta el Principado de Andorra, y que asciende por el famoso col de Chioula: nosotros decidimos continuar por el curso del Aude, que a partir de aquí se embarranca formando bellos desfiladeros, para atravesar la estación de esquí de Mijanes en busca del Col de Pailheres, posiblemente el collado más bonito (y complicado, debido a sus curvas muy cerradas) de todos los Pirineos.
En las proximidades del Pailheres la lluvia nos sorprende, aunque al llegar a la localidad de Ax les Thermes volvemos a disfrutar de cielos despejados. Sólo nos queda por delante el último puerto importante del viaje que, para hacer justicia a esta especie de despedida, se trata del paso de montaña más alto del Pirineo: una vez atravesado el puerto de Envalira (2.408 m) ya no quedan dificultades para terminar la ruta en la localidad de Escaldes, lugar que ya nos es muy familiar y donde tenemos buenos amigos.
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