Cada día nos ponemos en marcha con menos prisa, el relax se ha instalado definitivamente en el viaje: va a ser duro regresar a la rutina. Me refiero a la otra rutina, porque ahora lo cotidiano se resume a meter las cuatro cosas que llevamos en las maletas, sentarnos en las motos, dar gas, tomar curvas, de vez en cuando echar gasolina y, por encima de todo, no perder nunca la sonrisa por debajo del casco que, a la postre, es el principal objetivo de uno de estos viajes ¿Ya sabéis a lo que me refiero, verdad? Seguro que también lo habéis vivido.

Hoy hemos seleccionado una ruta para regresar hacia España entre gargantas: primero la del Vis, después la del Orb y por último la del río Aude, atravesando poblaciones de postal, como Lodéve, Saint Ponts de Thomieres, Carcasona o Limoux. En realidad hemos atravesado en diagonal el País Cátaro, por unas carreteras increíbles. En Saint Ponts de Thomiers hemos parado en una confitería para almorzar un pastel, algo más que recomendable en Francia. La cultura del dulce es uno de sus mejores distintivos. Esta población es motera cien por cien, había más de medio centenar de motos «gordas» aparcadas en la plaza del Ayuntamiento.

Pasado el mediodía hemos llegado al hotel, antes de meternos en el Pirineo de lleno, está situado entre Couiza y Quillan, reservándolo por Internet, mientras almorzábamos. Al llegar, el dueño nos esperaba, nos ha dado las llaves, ha explicado cuatro cosas y se ha ido, despidiéndose hasta mañana. ¡Nos ha dejado todo el hotel para nosotros solos! Es una de las ventajas de viajar en septiembre.

Las ruedas de la VStrom ya no aguantan más batallas, mañana iremos a Andorra a cambiarlas y, de paso, a visitar a algún buen amigo que hay por esas tierras.