Así se titula el libro que Pérez Reverte utilizó para retratar la Guerra de los Balcanes, un hecho de nuestra historia reciente que sucedió entre 1991 y 2001, entre los actuales seis países (Kosovo, que es el séptimo, no tiene aún reconocimiento internacional pleno) que componían la antigua Yugoslavia. Murieron entre 130.000 y 200.000 personas y hubo más de 4 millones de desplazados. Todo esto a pocos kilómetros de la Europa civilizada; la de la cultura y la moral, la de la economía y la ostentación, la de la frivolidad y la vergüenza.
Ha amanecido diluviando en Kotor, desde las 4 de la mañana hemos sentido una fuerte tormenta que no nos ha permitido conciliar bien el sueño: estábamos alojados en un ático con ventanas al tejado. A las 9:00, con traje de agua puesto, comenzábamos la ruta, por la orilla del mar Adriático, pero con cierta tristeza, por no poder disfrutar del paisaje espectacular de esta parte de la Costa Dálmata, con el agravante de circular por una carretera estrecha, llena de curvas y empapada.

De nuevo nos ha tocado pasar fronteras, y hoy nos hemos hartado: en total ocho controles de aduana en menos de 300 kilómetros. Montenegro, Croacia, Bosnia, Croacia, Bosnia, y otra vez Croacia… Y, aunque a los españoles nos dejan pasar sin apenas control por cualquiera de estos países, se trata de aduanas duras, como las de antes, con maleteros de coches desmontados, controles férreos de documentación y policías ejerciendo de jueces. Las cicatrices de la guerra siguen ahí…
Ha dejado de llover al tiempo que llegábamos a Dubrovnik, por lo que hemos decidido parar un buen rato para dar una vuelta por la Perla del Adriático, como así la llaman. Es una ciudad para visitar, pero tiene un grave problema: miles de turistas haciéndose selfies por todas partes.

Desde Ragusa, como también se conoce a Dubrovnik, hemos seguido 50 kilómetros más hasta la desembocadura del río Neretva, girando entonces a la derecha para ascender el cauce hasta la ciudad de Mostar.

Buscando entre los carteles de las fachadas de las calles, hemos localizado una casita, con un jardín gigante donde meter las motos, por un precio ridículo. En menos de media hora todos estábamos arreglados para visitar la ciudad deMostar fue uno de los puntos más calientes de la Guerra de los Balcanes, y aún mantiene heridas abiertas en su arquitectura que atestiguan lo acontecido hace poco más de dos décadas. Incluso, uno de los muros de nuestro jardín, muestra indolente varios impactos de bala y una vivienda contigua está derruida como consecuencia del desastre humanitario que aquí se vivió.

El icono más célebre de esta población es el puente (Stari Most) que une las márgenes del Neretva… y algo más: en cada una de las orillas vive una etnia diferente, en paz y armonía, hasta que las armas hablaron por las personas. El puente quedo derruido, y fue el Ejército español el responsable de su reconstrucción.
Al terminar la jornada hemos cubierto los mandos de las motos y las cerraduras de la llave de contacto con papel de aluminio: de nuevo esta noche vuelve a diluviar y hay que proteger las partes más delicadas de nuestras “niñas”.
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Recorrido 13. Kotor-Croacia Dubrovnik-Bosnia y sus 10 km de costa por Neum-Croacia hasta Metkovic-Bosnia hasta Mostar.
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