Puestos a conseguir retos, no hace falta aventurarse en países lejanos para conseguirlos y, como dijera el poeta francés Paul Éluard “hay otros mundos, pero están en este”. Buscando referencias de los picos más altos de nuestras comunidades autónomas, nos encontramos con que en Extremadura hay una cumbre de más de 2.400 metros de altura y, aunque está en la salmantina Sierra de Béjar, una estribación occidental de la Sierra de Gredos, su cima pertenece a la provincia de Cáceres.
Los cronistas no se ponen muy de acuerdo en el nombre y, aunque en la mayoría de los mapas se refleja como el Calvitero, popularmente se le conoce como el Torreón, quizá en referencia al castillete de sillería de granito que hay en la cumbre, donde el IGN ha insertado el vértice geodésico que corresponde a los 2.401 metros de altura.

Para acceder a esta cumbre pernoctamos en la bellísima localidad de Candelario, desde donde se asciende por una pista forestal asfaltada hasta un lugar conocido como La Plataforma del Travieso, de 1.912 metros de altura, donde se abandonan los vehículos.

A partir de aquí se asciende por una empinada ladera plagada de retamas, hasta encontrarnos con el esqueleto de lo que intentó ser la estación de esquí de Candelario. En dos kilómetros hemos ascendido 500 metros de desnivel, lo que arroja una pendiente media del 25%: no es moco de pavo.
Enseguida vemos a un grupo de rocas y a nuestra derecha observamos un vértice que marca una cima: la primera vez que ascendimos hasta aquí cometimos el error de pensar que habíamos llegado, porque una inscripción reza “Calvitero”, pero se trata del de Salamanca y nosotros buscamos el de Extremadura.

Continuamos en ascenso más suave y enseguida veremos de frente, ligeramente a nuestra izquierda, el Canchal de la Ceja. Con 2.435 metros de altitud este es el punto más alto de este recorrido y, además, es la cima más alta de la provincia de Salamanca.

Siguiendo el cordal, descendemos por una senda bien marcada hasta llegar a un rincón espectacular: se trata del lugar conocido como Los Hermanitos, que sirve de balcón al valle donde nace el río Cuerpo de Hombre y nos sorprende con una caída vertical de unos 500 metros de altura.

Cuando ya vemos el promontorio donde está la cumbre del Torreón, aparece bajo nuestros pies el paso clave de la ruta. El nombre es grandilocuente, aunque atravesarlo apenas supone dificultad alguna: el Paso del Diablo es una chimenea natural entre dos paredes que ha sido dotada, a modo de ferrata, de varios anclajes metálicos y una cadena para ayudar a atravesarla. Con la roca mojada o nieve debe ser una buena ayuda, pero a nosotros nos pareció prescindible y un elemento más ajeno a la montaña.
Tras una intensa subida final llegaremos hasta la cumbre del Calvitero, desde donde disfrutaremos de unas vistas espectaculares de los valles que nos rodean.
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