Es bastante frecuente que, a mitad de un viaje largo, te cumpla el plazo de revisión y necesites hacer un mantenimiento mínimo. Casi todas las motos tienen dos tipos de revisiones: las básicas, en las que se cambia el aceite y se revisa la tornillería, y las completas, que ya incluyen cambio de filtros, reglaje de válvulas y algunos elementos más, dependiendo del calendario de mantenimiento de cada modelo.
Debemos intentar que no nos coincida nunca una revisión completa entre un viaje porque, salvo que sepas realizar tú mismo esas labores y lleves herramientas y recambios, te verás en la obligación de buscar un taller donde se hagan cargo del mantenimiento, con la pérdida de tiempo que eso supone y, en muchas ocasiones, la dificultad del idioma para entendernos. Lo normal suele ser adelantar una de esas intervenciones mecánicas y así salir de viaje más tranquilos. En otros casos, de manera premeditada, llegas a la revisión al final de las vacaciones pasándote algunos kilómetros del plazo recomendable.
En un viaje que realicé atravesando los Apeninos italianos, salí de Madrid con un margen de 4.000 km para el cambio de aceite: no era cuestión de poner aceite nuevo antes de salir porque, además, en la moto que llevaba, una Suzuki VStrom 650 de 2012, los cambios se hacían cada 6.000 km y las revisiones completas con 12.000. Al final del viaje me salieron cerca de 7.000 km, por lo que hubiera sido necesario un cambio de aceite a medio viaje de cualquier manera.
A sabiendas de esta eventualidad, llevaba preparado en el equipaje varias botellas con el aceite para el cambio y una junta para el tapón de vaciado (no fue necesario cambiarla), junto con un pequeño embudo de plástico (se puede improvisar haciendo un cucurucho de papel). Lo más complicado fue encontrar un punto de reciclaje de aceite en las proximidades de donde podía hacer el cambio y, de paso, un bidón viejo de plástico para utilizarlo de depósito de vaciado, como veréis en el vídeo.
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