Desde la terraza de la habitación se veía un amanecer fantástico en las laderas de Jance, con una fina capa de niebla flotando sobre el valle. Hoy era de estos días en los que te planteas si seguir viajando o quedarte una jornada más para disfrutar de un lugar tan espectacular.

Al bajar a desayunar el camarero todavía nos lo ha puesto más difícil: el desayuno macedonio es como para quedarte aquí a vivir para siempre.

Sin ninguna prisa hemos colocado todo el equipaje en las motos y nos hemos puesto en marcha: hoy tocaba recorrer el Parque Nacional del Mavrovo, bordeando el lago homónimo. Uno de los recorridos más aconsejables para disfrutar de las curvas de este país.

Para evitar la carretera de peaje, camino a Skopie, nos hemos metido en un berenjenal de pueblos y carreteras secundarias que, pasada una hora, ha terminado con nuestra paciencia. Entonces hemos hecho lo que se hace en estos casos: aparcar en una sombra (los termómetros ya pasaban de 37°), buscar un bar y relajarnos. Entre el Mavrovo y la ciudad de Tetobo se concentra la mayoría de la población musulmana de este país (33%) y al circular por las calles parece como si estuviéramos conduciendo por algún barrio de Marrakech. Hemos dejado las motos aparcadas en busca de un establecimiento donde tomar alguna bebida fresca. Al ver un grupo de personas comiendo en unas mesas sobre la acera, nos hemos acercado pensando que se trataba de un bar o restaurante. No era así, eran sencillamente personas tomando su comida. Sin darnos cuenta un hombre -de mediana edad- se ha levantado y enseguida nos ha preguntado de dónde veníamos y qué necesitábamos. Ha dejado de comer y nos ha acompañado por la calle principal del pueblo hasta una tienda donde se ha asegurado que encontrásemos la bebida que necesitábamos y que quedábamos satisfechos. Al momento de irse, otro hombre nos ha preguntado si estaba todo correcto y si necesitábamos algo más.
Estamos hartos de escuchar historias terribles acaecidas en Bosnia, Albania, Macedonia… a viajeros que a punto han estado de perder la vida, o ser atracados por las personas malencaradas de estos países. Nosotros llevamos muchos años viajando por aquí, y solo hemos encontrado buena gente que, cuando les haces una pregunta, interpretan que tienes un problema y ponen todos los medios a tu servicio para resolverlo. Seguiremos viajando por estos países cada vez que podamos y disfrutando de su hospitalidad y buen carácter.
Hemos llegado al Cañón de Matka a las 14:30, en el apartamento no podíamos entrar hasta las 17:00 por lo que hemos aparcado las motos en la puerta del apartamento, nos hemos cambiado de ropa y calzado, y hemos ido al cañón para recorrerlo en barca (4 euros por persona). Después una comida típica Macedonia en un bar de la zona y derechos al alojamiento.

El misterio de los pantalones de flores
Debió ser en 2013 o 2014 cuando en un viaje a los Alpes Julianos me llevé unos pantalones cortos que compré por 3 euros en un mercadillo callejero, con idea de tirarlos al finalizar el viaje. Esos pantalones salieron en algunos de los vídeos que tengo en mi canal de Youtube y algunos amigos siempre se ha reído con ellos, por lo que, además de rescatarlos de la basura, mis compañeros de viaje se han solidarizado y han buscado los modelos más esperpénticos que han encontrado para traerlos de viaje. Debo reconocer que los míos siguen ganando por goleada a los modelos más feos existentes… Pero no se rompen ni a tiros.

Etapa 7: Jance – Mavrovo pueblo – Tetovo – Cañón del Matka.
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