Cuando tenía 12 años, en 1971, me regalaron unos esquís de madera con ataduras de cable de acero: en aquella época ya era un equipo antiguo, pero me sirvió para aprender a deslizarme por las laderas de Navacerrada, con bastante fortuna, porque lo habitual era romperse una pierna en alguna caída (las ataduras no saltaban).
Poco a poco fui aprendiendo a descender por cualquier tipo de pista, sin manual, sin hacer cursillos de ninguna clase ya que, a duras penas, tenía dinero para pagar el equipo y sólo me podía permitir muy de vez en cuando sacar un forfait para esquiar en una estación.
A medida que hacía cada vez más montaña empecé a practicar el esquí de travesía, y ahí fue donde más conocimientos adquirí. Sigo teniendo un estilo muy básico, totalmente a la defensiva, pero consigo divertirme mucho cada vez que voy a la nieve que, en definitiva, es de lo que se trata.
Con el tiempo mi economía se normalizó, y podía ahorrar para hacer una o dos escapadas a los Pirineos o a los Alpes, quedándome prendado de Andorra, que es donde más me gusta esquiar: ha llegado a ser como una segunda casa para mí.
Pas de la Casa, Soldeu, El Tarter, Andorra 2013
Cerler, Pirineo de Huesca 2014
Valnord, Ordino Arcalis, Andorra 2016
Valnord, Ordino Arcalis, Andorra 2017
Arcalis 2020