A Sicilia por los Apeninos: etapas 11 a 20

Undécima etapa: Pizzoli-Santa Ágata di Puglia 322 km

En un viaje largo, por mucho que nos empeñemos en verlo todo positivo, suceden cosas buenas y otras… malas: sin paños calientes, esta es la realidad.

La ruta de ayer atravesando los macizos de los Montes Sibillini y el Gran Sasso, con un final muy lluvioso inesperado, se saldó con bastantes daños colaterales. A nuestra llegada al alojamiento nos dimos cuenta de que, además de tener que secar los trajes de agua, el interior del cuello de los cascos (acaba humedeciéndose siempre), los guantes… por alguna extraña razón, las maletas van tan llenas de equipaje que algún cordón de una bolsa o una de las hebillas de plástico de algún cierre quedó pillada entre la goma que le da estanqueidad a las tapas y había bastantes cosas mojadas.

No dábamos a basto con el secapelos del cuarto de baño para acelerar el secado de todo el equipo, aunque esta mañana estaba todo en perfecto estado. Lo peor estaba por dar la cara: al ir a conectar los comunicadores bluetooth nos dimos cuenta de que no funcionaban. Esto ya nos ha sucedido con algún otro comunicador y, por experiencia, soplando por los agujeros de conexión y de carga se llega a eliminar mucha humedad interior, aunque lo ideal es abrirlos y secar la placa y las conexiones interiores. No era nuestro caso: durante los tres próximos días Italia estará en alerta naranja por un DANA y queremos bajar a toda velocidad hasta la región de la Puglia, que es donde la lluvia sería más leve, y así poder continuar nuestro viaje, por lo que arrancamos antes de las 8 de la mañana sin comunicadores.

Paisaje típico de la región de la Puglia

Abrimos todas las tapas de registro de los comunicadores y quitamos las clavijas de conexión: con el aire provocado durante el desplazamiento de la moto, a última hora de la mañana, los comunicadores volvieron a funcionar: imaginamos que logramos que se secasen por dentro.

El cielo ha amanecido con un aspecto horrible y todas las cumbres que rodean la región de L´Aquila estaban totalmente cubiertas por lo que, ante la certeza de que no veríamos ningún paisaje y que con seguridad nos llovería de manera intensa, hemos decidido seguir descendiendo por la cadena de los Apeninos pero, en lugar de utilizar las carreteras de las montañas, lo haríamos por los valles. La panorámica no es menos bella, y la perspectiva es diferente, pero continúa siendo el proyecto original de recorrer la cadena montañosa al completo.

Santa Ágata di Puglia

Nos hemos detenido en L´Aquila para echar gasolina (1,80 euros es un buen precio en Italia) y el viaje ha continuado por “strades statales” (nomenclatura SS) que equivalen a nuestras carreteras nacionales.

Siguiendo entre parques naturales hemos ascendido hasta el denominado Altiplano de las Cinco Millas, otra pradera alpina de grandes dimensiones ubicada por encima de los 1.200 metros de altitud, coronada por la localidad turística (hay estación de esquí) de Roccaraso. Este lugar es de una belleza muy singular y no debes dejar de visitarlo si estás viajando por este país. Esta parte de Italia integra el Parque Nacional de Abruzzo, Lazio y Molise, con cumbres de más de 2.300 metros de altura.

Al finalizar cada jornada intento redactar las líneas que ahora estás leyendo

Desde Roccaraso se desciende a gran velocidad hasta la ciudad de Isernia, la puerta de entrada a otro Parque Natural: el de los Matese, célebre por la estación de esquí de Campitello Matese que hay en sus cumbres. La ruta natural debería haber continuado por Campobasso, pero hemos decidido desviarnos hasta Benevento para entrar en la región de Puglia evitando el tráfico procedente de la ciudad de Foggia.

En una parada para tomarnos el cappuccino de cada mañana (el café es muy bueno en cualquier lugar de Italia) hemos ojeado la previsión meteorológica para ver dónde dormir hoy y, sobre todo, cómo podremos amanecer mañana para continuar con nuestro viaje evitando los temporales de agua. El lugar elegido ha sido Santa Ágata di Puglia, donde hemos encontrado una especie de palacio “churrigueresco” con unas excepcionales vistas hacia la campiña.

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Vídeo completo del viaje

Duodécima etapa: Santa Ágata di Puglia-Rocca Imperiale 246 km

El término supervivencia está asociado a muchas de las actividades que realizamos durante un viaje, en nuestro caso hoy hemos tenido que decidir qué hacer durante los tres próximos días, ya que todo el sur de Italia se encuentra en alerta roja por un DANA (procedente de España, por cierto) y hay previsión de lluvias con más de 60 litros de agua por metro cuadrado, en una hora, durante los dos próximos días.

El “gabinete de crisis” ha tardado poco en tomar una decisión: hemos estudiado el lugar más conveniente, cercano a nuestra ruta hacia Sicilia, para buscar un apartamento que nos permitiera pasar los dos próximos días en semi reclusión hasta que las condiciones climáticas nos permitieran continuar el viaje con cierta seguridad.

Mientras colocábamos el equipaje en las maletas ha comenzado a chispear, por lo que hemos acelerado el ritmo para abandonar cuanto antes Santa Ágata di Puglia ya que, hacia el sur todavía no afectaban las tormentas. Efectivamente; en breve ha dejado de llover y, aunque ya se empezaba a llenar todo de nubarrones, las carreteras continuaban secas.

Parque Natural de Gallipoli

Uno de los mayores enemigos a los que nos estamos enfrentando en este viaje es a las obras en las carreteras. Como consecuencia de los terremotos y por el propio envejecimiento de la red vial italiana, cada pocos kilómetros hemos de lidiar con carreteras cortadas, semáforos que nos dan paso a circulación alternativa o, lo que es peor, firmes descompuestos al más puro estilo de las carreteras marroquíes. Durante los primeros kilómetros del día, hasta llegar a Pontedera, hemos sufrido varios cortes de carreteras y un sinfín de semáforos regulando el tráfico en las obras. Por fortuna viajamos en moto y resulta sencillo colocarse los primeros de una cola esperando la luz verde y en muchas vías, aparentemente cortadas al tráfico, conseguimos pasar sin demasiadas dificultades.

Para amenizar el itinerario del día, algo totalmente compatible con la huida hacia un lugar seguro, hemos atravesado de norte a sur el Parque Natural de Gallipoli y los denominados “Dolomiti Lucane”: una sucesión de montañas de unos 1.000 metros de altitud que albergan una riqueza de flora y fauna espectacular: bosques de haya, abeto negro, roble, piorno… y ganado autóctono pastando en libertad. Lo cierto es que Italia, además de disponer de la excepcional riqueza paisajística que aportan los Apeninos, guarda infinidad de rincones que sorprenderán al más entrenado de los viajeros de naturaleza.

Parque de los Dolomiti Lucane

Pasado el mediodía hemos llegado a la costa del Mar Jónico (lo más al sur de Italia), deteniéndonos en una localidad playera en busca de un supermercado para llenar las maletas de pertrechos alimenticios que nos permitieran pasar los próximos días en el apartamento.

Antes de las 14 horas estábamos aparcando las motos en la base del castillo de Rocca Imperiale, una población medieval clásica integrada en el paisaje calabrés, en busca del apartamento que teníamos comprometido con un particular para las dos próximas jornadas.

Una vez que hemos sido capaces de resolver con las motos el laberinto de recorrer las vertiginosas callejuelas de esta villa (rampas de hasta el 20% con curvas en horquilla entre callejones empedrados) hemos buscado un lugar para aparcarlas y, aprovechando la carpa que utilizamos en las acampadas para hacer un toldillo que nos quita el sol o la lluvia, las hemos cubierto, asegurando el tenderete con varias drizas, en previsión de capear el temporal de lluvia y viento que se espera en las próximas horas.

Cuando estábamos terminando de instalar la carpa sobre las motos ha comenzado a llover… veremos qué pasa durante las próximas horas, aunque estamos muy tranquilos, porque esta población está edificada en un montículo sobre una gran llanura y aquí es difícil imaginarse inundaciones u otras desgracias climáticas propias de los temporales de agua.

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Las motos preparadas para soportar el temporal de agua y viento en Rocca Imperiale

Decimotercera etapa: Rocca Imperiale-Tropea 325 km

Ya pasó. Ayer estuvimos todo el día en el apartamento de Rocca Imperiale descansando, poniendo algunas cosas del viaje en orden y, sobre todo, escribiendo todos los datos de las etapas que ya teníamos acumuladas. Labor casi de oficina, pero totalmente compatible con cualquier tipo de viaje.

Al despertarnos el cielo todavía estaba muy enmarañado, el temporal no parecía haber remitido, pero no llovía, aunque las ráfagas de viento eran muy fuertes. Desde Rocca Imperiale hemos salido directamente por carreteras secundarias que nos han introducido en uno de los mejores espacios naturales de toda la geografía italiana: el Parque Nacional del Pollino.

Localidad de Cerosimo, en el Parque Natural del Pollino

Cómo topónimo a los españoles nos resulta gracioso, pero se trata de una reserva natural que presume de ser la más grande de Italia, está situada entre los 50 mayores parques naturales del mundo y es la tercera reserva más antigua del país transalpino.

No imaginábamos el espectáculo que podrían suponer las últimas estribaciones de los Montes Apeninos al acercarnos a la «punta de la bota». Han sido unos 130 kilómetros de carreteras angostas, bosques inimaginables y poblaciones que solo las habíamos visto en algunos reportajes del National Geographic.

Un apunte histórico: estas montañas fueron pobladas en el siglo XV por familias albanesas que todavía, hoy en día, las habitan manteniendo algunos usos y costumbres de sus fundadores.

Pero no todo es tan simple. Las carreteras están destrozadas, las rampas y las pendientes parecen irracionales y los GPS se vuelven locos si el que los maneja no tiene profundos conocimientos de orientación.

Ha sido una de las rutas más bonitas que hemos hecho nunca con una moto trail y se la recomendaríamos a cualquiera que estuviera dispuesto a lidiar con las peculiaridades de este parque natural. Al finalizar el texto de esta etapa puedes bajarte el track para repetirla.

Carreteras olvidadas en la región de Calabria

El final del «Pollino» se ha resumido en el descenso de un puerto, que comenzaba en la localidad de Orsomarso, con pendientes de más del 15% de inclinación, que nos ha llevado directamente hasta la costa del Tirreno en la localidad de Santa María del Cedro.

Al consultar los posibles alojamientos disponibles en la zona nos hemos encontrado con la desagradable sorpresa de que los campings existentes tenían un precio equivalente o superior al de algunos pisos turísticos, por lo que hemos decidido hacer kilómetros en dirección a Villa San Giovanni, donde mañana pretendemos coger un ferry hacia Sicilia.

La jornada ha terminado en la habitación que hemos alquilado en Tropea, una ciudad tan pintoresca como turística, que está situada a menos de 100 kilómetros del puerto de embarque.

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Desembocamos en el Mar Tirreno en Santa María del Cedro

Decimocuarta etapa: Tropea-Cesaro 228 km

Cuando iniciamos los preparativos del viaje teníamos claro que esto era una especie de proyecto, y como tal lo hemos contemplado en todo momento. Queríamos recorrer los lugares más importantes de los Montes Apeninos, cruzar a Sicilia y llegar lo más cerca posible del Etna: ¡ya lo hemos conseguido!

La habitación que alquilamos ayer a un particular en la localidad de Tropea (una población turística bastante grande y poblada) era bastante siniestra. Menos mal que sólo pagamos 28 euros por ella y que, al menos, era muy espaciosa y la cama cómoda.

Sin un horario determinado y sin compromisos de ningún tipo, hemos iniciado la marcha a poco más de las 8 de la mañana. La «punta de la bota» es bastante caótica para circular por carreteras secundarias (nos ha decepcionado por la cantidad de basura que hay acumulada en los alrededores de algunas pequeñas poblaciones) y hemos terminado por coger algo más de 20 kilómetros de autovía, que nos ha llevado directamente al punto de embarque de la Villa San Giovanni.

Ya estamos embarcados en el puerto de la Villa San Giovanni

Por 10 euros hemos conseguido el pasaje de ferry para cada uno (con nuestra moto), el servicio es continuo y, además, hay cuatro compañías navieras que lo prestan. Sin reserva previa, nos hemos puesto a una cola y en menos de media hora estábamos dentro del barco.

Por solo 10 euros podemos cruzar desde Calabria hasta Sicilia

El trayecto es muy corto (7 km) y apenas nos ha dado tiempo a acomodarnos en el ferry. El desembarque lo hemos hecho muy rápido y antes de las 12 de la mañana ya estábamos circulando por las carreteras de la costa del mar Jónico.

Puede parecer muy paradisíaco rodar junto al mar en una isla como la de Sicilia, pero lo cierto es que es un verdadero desastre circulatorio. Al llegar a Taormina hemos decidido parar en una terraza para beber algo fresco (8 euros por un agua con gas y una Cocacola): el siguiente paso ha sido buscar la primera carretera que nos llevase al interior de la isla en busca del Parque Nacional del Etna.

Cruzando el estrecho de Mesina

A medida que ascendíamos desaparecía el tráfico y bajaba el termómetro (ha marcado 33° en Taormina) y la llegada a la parte más elevada de la reserva natural ha sido todo un acontecimiento. Este era el punto fijado como objetivo en nuestro viaje, y después de muchos kilómetros (unos 4.000) lo habíamos conseguido.

Recorriendo los pueblos de la montaña siciliana hemos llegado hasta Cesaro, donde hemos alquilado una habitación en una especie de albergue y aquí decidiremos lo que hacer a partir de ahora para organizar el regreso: de momento pasaremos algunos días por Sicilia, ya que hemos quedado con algunos amigos que tienen casa por aquí.

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El volcán Etna, con sus 3.357 m es el punto más elevado de Sicilia

Decimoquinta etapa: Cesaro-Partinico 304 km

Anoche, después de hacer la colada y dejar todo listo para la siguiente jornada, decidimos salir a dar un paseo por el centro de la población y nos encontramos con que eran las fiestas de San Calógero, el patrón de Cesaro. Había buen ambiente y pudimos degustar quesos artesanos, pan de aceite y un vino peleón que, pese a su sencillez, estaba bueno.

Hoy hemos amanecido sin ninguna prisa, preparando el desayuno en una pequeña cocina común que tenía el alojamiento y, cuando hemos intentado desayunar en la terraza, nos hemos percatado de que hacía bastante fresco: este pueblo está a 1.100 metros de altura, en una zona de montaña, y a las 8 de la mañana aún hacía frío.

En la fiesta de San Calogero de Cesaro

Hemos trazado una ruta atravesando la isla por las carreteras más altas, recorriendo la Reserva Natural de la Madoine, llegando a superar los 1.650 metros de altura. En este itinerario estaban también los pueblos más pintorescos del interior de la isla (Gangi, Petralia Soprana, Sperlinga…).

Todo correcto, salvo el estado de las carreteras: presentan abandono, hay muchas cerradas y por las que se puede circular sin limitaciones, llegan a ser peligrosas por las «sorpresas» que te puedes encontrar en el lugar más inesperado. Asfalto agrietado, tierra en medio de las curvas, cunetas descarnadas, agujeros donde cabe la rueda de una moto… Lo mejor es relajarse, bajar la velocidad y disfrutar de los paisajes.

Paisaje cerealista en el interior de Sicilia

Al descender del Parque hemos entrado en la zona cerealista de Sicilia (llegó a ser granero de Italia). Un paisaje de lomas y vaguadas que contrasta con el entorno del Etna y con la región más montañosa de la isla.

El itinerario ha terminado en Partinico, una gran población cercana a Palermo donde nos esperaban nuestros amigos.

Vamos a tomarnos tres días de descanso y no haremos la crónica de las siguientes jornadas hasta que retomemos la moto.

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Piano Farina, el punto más elevado de la Reserva Natural de la Madoine

Decimosexta etapa: Partinico-Palermo Puerto 44 km

Tres días sin tocar las motos salvo para hacerles el mantenimiento y cambiar las pastillas de freno de la moto de Raquel. No había mucha crónica motera que contar.

Cuando llegamos a la casa de nuestros amigos, que no conocíamos, nos llevamos la agradable sorpresa de que era una vivienda unifamiliar en la que podíamos meter dentro las motos: relax total y ningún momento de preocupación.

Ya le tocaba un cambio a las pastillas de freno traseras

Aprovechamos para poner una gran lavadora y meter toda la ropa, incluyendo las chaquetas y pantalones de la moto. Del resto poco os podemos contar: un recibimiento excepcional y la gran ventaja de tener unos anfitriones que han ejercido de guías para visitar los lugares más pintorescos de nuestro entorno.

Visita por las calles de Palermo

El martes pasamos el día en un parque natural marítimo (Reserva del Zíngaro), aprovechamos para disfrutar de unos baños en el mar y nos fuimos a comer al pueblo de Castellmmare del Golfo. Después aprovechamos para desplazarnos hasta las ruinas de la ciudad griega de Segesta.

El miércoles pasamos el día en Palermo. Una ciudad imprescindible de visitar, por la que han pasado diferentes culturas y todas han dejado su huella.

Ciudad griega de Segesta

Los edificios son majestuosos, tanto como decadentes, por no hablar del asfalto de las carreteras y calles de la ciudad. Pero ese aire mediterráneo que destila la capital de Sicilia es tan exclusivo como magistral.

Aprovechando la visita a la ciudad fuimos al concesionario KTM para comprar las pastillas de freno y pasamos por el puerto para conseguir las tarjetas de embarque para el ferry que nos llevará hasta Nápoles y desde el que os escribo.

Nuestra familia en Sicilia

Nos hemos ido con pena de Partinico, viendo a nuestros amigos desde el retrovisor de las motos y todavía hemos disfrutado de unas carretera de montaña que nos han llevado hasta la caótica circulación de Palermo.

A punto de embarcar en Palermo rumbo a Nápoles

Tenemos un camarote para nosotros solos y llevamos las neveras cargadas de comida… pero esa será otra aventura.

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Saliendo del puerto de Palermo al ponerse el sol

Decimoséptima etapa: Puerto de Nápoles-Lago Trasimeno 396 km

Esto no son formas: a las 6 de la mañana ya estábamos desayunados y listos para desembarcar y media hora más tarde ya teníamos las motos preparadas.

Las poblaciones italianas son un caos de circulación: cuanto más grandes peor. Nápoles es la ciudad más poblada del sur de Italia y la tercera con más habitantes del país. Por fortuna la hemos atravesado a las 7 de la mañana pero, aun así, nos ha costado más de una hora salir a la carretera SS6 y hacer los primeros 30 kilómetros.

Alguno pensará que hemos perdido la oportunidad de visitar Nápoles, pero esto no es un viaje de turismo, yo ya conozco esta localidad y en moto hay que tener muy claro dónde dejarla para que esté a salvo de los amigos de lo ajeno.

Atracando en Nápoles a las 7 de la mañana

Hemos decidido hacer kilómetros para ir avanzando hacia los Alpes ya que, aunque no tenemos prisa excesiva por regresar, está cerca del 1 de julio que es la fecha en la que italianos y franceses cogen las vacaciones y no nos gustaría que nos pillase en alguno de los lugares que tenemos en mente para pasar los próximos días.

Cuando termine el viaje publicaré los tracks por si alguien está interesado en seguir metro a metro las etapas; por el momento os diré que hoy hemos atravesado las regiones de Campaña, Molise, Lazio y Abruzzos, volviendo a circular por los Apeninos (por su vertiente occidental).

La ruta ha sido exigente (mucho rato por encima de 35 grados y ni una sola nube). Después de casi 400 kilómetros hemos entrado en la región de la Umbría y nos ha parecido interesante buscar camping junto al lago Trasimeno, un lugar que ya conocíamos, pero en otra ocasión en la que había condiciones climáticas muy adversas.

Un descanso mientras atravesamos la región del Lazio

Este lago es famoso por haber sido escenario de la victoria de Aníbal (caudillo de los cartagineses) en la batalla de Trasimeno frente al cónsul romano, Cayo Flaminio, en el 217 a.C.

Está localizado en el centro geográfico de Italia. Tiene, 128 km² (18 km de largo y 15 km de ancho), siendo el cuarto lago mayor del país y, a diferencia de otros de la región, no es de origen volcánico.

Lago de Trasimeno visto desde nuestra tienda de Campaña

Como hoy hemos terminado la ruta pronto, hemos aprovechado para hacer una buena revisión a las motos: se están portando de maravilla, sin causarnos ningún tipo de problema.

Mañana intentaremos acercarnos hacia los Alpes, pero estamos a unos 800 km de esa cadena montañosa y viajando por carreteras secundarias es una distancia demasiado grande para hacerla en una jornada, máxime sabiendo que la previsión meteorológica es aún peor que la de hoy: mucho calor.

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Camping en el Lago Trasimeno

Décimo octava etapa: Lago Trasimeno-Aulla 309 km

A las 20:00 horas el termómetro marcaba casi 30 grados dentro de la tienda de campaña. El sol ya se estaba escondiendo, pero no corría ni un poco de viento y el día había sido caluroso. A la hora de acostarnos ya había bajado a 24 grados y esta mañana, a las 6, nos hemos levantado con 22 grados. Queríamos madrugar para poder viajar «con la fresca», porque la previsión era de mucho calor. Por fortuna todo estaba muy seco y hemos podido recoger y emprender la marcha antes de las 8 de la mañana.

Aunque es un lugar muy pintoresco, los alrededores del lago Trasimeno soportan un tráfico increíble, incluso hay algunas autovías y autopistas que rozan el perímetro del embalse.

Calles de Castiglione del Lago

Hasta las cercanías de Siena hemos aprovechado para rodar por autovía gratuita, pero hemos salido enseguida para continuar por carreteras secundarias por los parajes más peculiares de la Toscana: colinas salpicadas en el horizonte por bosquetes en las cimas, caserones que albergan bodegas familiares, corredores de cipreses en los caminos de acceso a las propiedades y poblaciones construidas en lo más alto de las lomas, asomándose a uno de los paisajes más emblemáticos de Italia.

Al llegar a la ciudad de Lucca, a la que algunos denominan la «segunda Florencia» hemos dado un giro a la ruta dirigiéndonos de lleno otra vez a los Apeninos.

Remontando el valle del río Serchio hemos ascendido hasta Castelnuovo de Garfagnana. A partir de aquí el paisaje se ha vuelto salvaje, disfrutando en la lejanía de las afiladas cumbres de las montañas de los Alpes Apuani.

Río Magra a su paso por Aulla

Pasadas más de 6 horas de ruta, y con el termómetro empeñado en mostrar sus peores cifras, hemos decidido quedarnos en un albergue de la localidad toscana de Aulla, desde donde mañana intentaremos llegar lo más cerca posible de los Alpes.

Para celebrar que ya nos quedan pocas horas en Italia hemos cenado en una pizzería de barrio.

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Un placer irrenunciable

Decimonovena etapa: Aulla-Demonte 353 km

Anoche no nos apetecía cocinar en el albergue y caímos víctimas de la irrenunciable atracción que ejercía una pizzería que teníamos a pocos metros de nuestro alojamiento. Lo cierto es que, además de costar casi la tercera parte que en España, las pizzas en Italia están realmente bien hechas y hay una cierta competencia para ofertar la que tiene masa madre, la que se ha cocinado en horno de leña o la más original por su composición. En los 22 días que llevamos de viaje es la tercera vez que entramos en una pizzería, pero en todos los casos ha merecido la pena.

Como todavía había previsiones de mucho calor y hoy no era necesario recoger el material de acampada, estábamos en marcha antes de las 7 de la mañana. Al ser sábado no había transporte pesado en las carreteras y los italianos, si no trabajan, no son de mucho madrugar, por lo que hemos aprovechado las tres primeras horas para atravesar las inmediaciones de La Spezia y de Génova, rodando una veintena de kilómetros por la Costa de Liguria antes de entrar en la región del Piamonte.

Volvemos a meternos en los Apeninos occidentales

Hemos conseguido encontrar un encadenamiento de carreterillas solitarias para dirigirnos hacia los Alpes, aunque en un par de ocasiones nos ha tocado retroceder y buscar otras alternativas, ya que hacer enduro con motos cargadas hasta los topes, no es una buena opción.

Pasado el mediodía hemos aprovechado para descansar en una cafetería y reponer fuerzas antes de afrontar las últimas estribaciones de los Apeninos: cada vez estamos más sorprendidos de las maravillas que esconde el país transalpino.

Desde la última cadena montañosa del Piamonte ya divisábamos la llanura donde está ubicada la localidad de Cuneo y las primeras cumbres de los Alpes.

La carretera se convierte en un barranco de arena blanda: media vuelta

Hemos avanzado unos kilómetros hacia la frontera francesa y en la localidad de Demonte habíamos echado un ojo a un camping en el que al final nos hemos quedado.

Mañana pasaremos a Francia a primera hora… el viaje ya está en tiempo de descuento, pero todavía nos quedan muchos momentos para disfrutar.

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Camping de Demonte, de nuevo en los Alpes

Vigésima etapa: Demonte-Crest 327 km

Nuestro objetivo no eran los Alpes; los que me conocéis ya sabéis que pienso que están sobrevalorados y, sobre todo, para los viajeros más noveles deslumbran por su magnitud, pero cuando ya los conoces te das cuenta de que hay carreteras mejores y más apropiadas para viajar en moto. Sobre todo por la masificación: los Alpes ya parecen un parque temático.

Hemos recogido el material de acampada temprano y antes de las 9 de la mañana ya estábamos en marcha. Nuestro camping estaba separado unos 2 kilómetros de la carretera que asciende desde Cuneo hasta el Col de la Madeleine, una vía muy frecuentada por todo tipo de usuarios, sobre todo moteros. La verdad es que nos ha agobiado un poco ver tanta moto y hemos decidido buscar otra alternativa.

Pistas de esquí de Isola 2000 en el Col de la Lombarde

A los 15 kilómetros de iniciar la marcha nos hemos desviado hacia el puerto de la Lombarde (2.350 m), una de las cimas más bonitas de los Alpes, con una carretera tan complicada como ingeniosa y unos paisajes que, para los más susceptibles, dan un poco de respeto (cunetas cortadas sobre un precipicio).

Aunque había menos gente que en la carretera de Cuneo, al llegar al paso del puerto nos hemos llevado la desagradable sorpresa de que estaba a rebosar y ya no se distingue el paso de la frontera a Francia.

Hemos descendido hacia Isola para recorrer el Parque Nacional del Mercantour en dirección a St. Etienne de Tinee, donde comienza la ascensión a la cima asfaltada más elevada de Europa: el col de la Bonete (2.802 m). En realidad no se trata de un puerto como tal, ya que no es el paso entre dos valles, si no una carretera que asciende a un punto sin retorno (más bien con retorno por el lado contrario del pico por el que se sube). El puerto de verdad es el Restefond (2.715 m) que está situado un kilómetro antes de llegar a la cima de la Bonete. El puerto asfaltado más alto de los Alpes sigue siendo el Iseran (2.764 m), que está sobre el valle de Tignes.

La carretera asfaltada más alta de Europa: 2.802 metros

En la cima de la Bonete, más de lo mismo: más personas de las que pueden caber en una cumbre.

Hemos descendido hasta Barcelonete para dejar atrás los Alpes, siguiendo el curso del río La Drome hasta que, al llegar a Crest, ha aparecido un camping con piscina en nuestro camino.

Desde aquí continuaremos mañana deshaciendo camino hacia el punto de partida.

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Camping de Crest, saliendo de los Vercors

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